La emoción del final maquilló lo que fue otra floja presentación del equipo de Keosseian. Ante un desabrido Peñarol, River hizo los deberes en el primer tiempo y se fue al descanso con dos goles de ventaja y su arquero sin tocar la pelota. La única situación de riesgo que tuvo fue un gran tiro libre de Pacheco a los 40`, que murió en el travesaño. Antes de eso, prácticamente nada.
Mientras, River no confundió velocidad con apuro y jugó rápido y con paciencia. Se puso en ventaja cuando Puppo descalabró a la defensa con un enganche en el que la pelota le dio en el brazo y definió cruzado, ante la salida de Sosa. Y la estiró cuando Peñarol pedía el entretiempo para acomodarse y llegó un córner de Rizotto -a él le dio el gol el árbitro- desde la izquierda, que Albín desvió en el primer palo y Sosa no llegó a sacar en el segundo.
River hizo en los primeros 45 minutos eso que a muchos "chicos" que van al estadio les cuesta: reflejar en el marcador la superioridad que manifestó en la cancha. Y Keosseian puso manos en el equipo. Sacó a Domingo y a Aguirregaray -de escaso aporte, ambos- y puso a Alonso y Mejía. Recostó a Solari cerca de Arévalo Ríos y tiró unos metros atrás a Martinuccio. Y Peñarol mejoró, al influjo de las corridas del colombiano por derecha, del empuje del "Tornado" y de la mayor entrada en contacto con la pelota de Solari, quien igualmente perdió el crédito que la hinchada le dio, por trayectoria, a su llegada. River no se desesperó, pero tampoco asestó el golpe final. La segura línea de tres del primer tiempo se transformó con frecuencia en una de cinco para controlar los desordenados embates aurinegros y así no pasó zozobras, más allá del penal y de una hinchada que contagió entusiasmo, pero no puede darle el fútbol que el equipo necesita. 21 partidos estuvo Peñarol sin perder ante un equipo "chico". El último en ganarle había sido Danubio.La cifra
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