"No, no... hizo un gol de cabeza... increíble", largó al aire y entre risas el capitán del barco, Antonio Pacheco, mirando como Cristian Mejía dialogaba con la prensa y escuchaba, una y otra vez, el relato de alguno de sus dos tantos. Y sí, a pesar de su corta estatura, el colombiano anotó el primer gol de cabeza en su prometedora carrera.
Así, a los 23` comenzó a liquidar el pleito en favor de Peñarol. Pero no conforme con eso, tres minutos más tarde anotó su segundo gol, completando el doblete que le hizo ganar una nueva ovación de la hinchada, como en aquellos primeros partidos en los que entusiasmó a los aurinegros a pura "bicicletas" y velocidad.
"Gracias a Dios se me dio convertir y espero que los goles sean muchos más. Es muy lindo el reconocimiento de una hinchada como la de Peñarol y el apoyo que me han brindando. Eso me genera confianza y ojalá pueda retribuirles con muchas alegrías. Cuando se dan esos momentos, tan emotivos, pienso en Dios y me acuerdo de mi familia", afirmó.
Manuel Keosseian siempre dijo que Mejía tiene cara de pícaro, de "diablo" como jugador. "La seguidilla de minutos que me viene dando el `profe` es importante para generar confianza, soltarme e ir mejorando partido a partido", asumió el juvenil colombiano.
Peñarol trepó nuevamente hasta la cima de la tabla. "Uno entrena con una motivación extra y es lindo el ambiente que se genera", admitió Mejía, aunque tras unos segundos de reflexión, contó que "la verdad, igualmente una de las cosas que me llamó la atención en Peñarol es la calidad humana que hay en el grupo y que éste trabaja muy bien y con mucha fuerza tanto cuando se gana como cuando se pierde".
Mejía se fue con la alegría de los dos goles y los tres puntos, pero con el dolor de los golpes recibidos en los últimos partidos. Antes había insinuado; esta vez concretó.
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