Es la realidad. En todo sentido. Lo único que había saber, sobre todo después que Peñarol metió cuatro goles en 13` -entre los 18` y los 31`- es cómo quedaba cuantificada esa realidad en el resultado del partido, que es lo que siempre importa.
Es que, institucionalmente, las diferencias entre Peñarol y Tacuarembó, son enormes; jugando en el Goyenola, en el Centenario o en la luna.
La prueba está: los rojos del Norte viajaron a Montevideo para jugar con Nacional, regresaron a su tierra y volvieron a la capital para enfrentar al otro grande, todo en 96 horas, porque si se quedaban, aunque Peñarol -en el marco de su "oferta" para que el local no jugara en su reducto- se hiciera cargo de dos noches de hotel, tenían que afrontar los gastos de alimentación de sus jugadores, que en caso de permanecer en la tierra de Gardel debían "comer por las suyas".
Esa es una realidad que "rompe los ojos"; y después hubo otra, que Peñarol hizo gravitar en forma muy notoria: todo equipo uruguayo que defienda con línea de tres en la zaga, "sufre" si le meten pelotas a esa especie de "bolsones" libres que quedan en los laterales, a espaldas de los volantes y delante de los del fondo.
Con ese método, y hasta con siete toques seguidos, como en la jugada del gol de Alonso, "lo movió" Peñarol a Tacuarembó y provocó su derrumbe.
Claro, también hubo otros factores, como que en los primeros goles del "Pato" y de Mejía, además de ellos, había dos compañeros más para cabecear solos; y que a un equipo le metan tres goles de cabeza, y uno lo haga un petiso como el colombianito, parece mucho.
Son realidades, al fin y al cabo. De Peñarol. De Tacuarembó. Y también, en otra faceta del propio líder -ahora absoluto- del Torneo Clausura, que aún en un partido tan propicio a sus intereses, volvió a mostrar -en el primer cuarto de hora y en el gol rival- deficiencias defensivas que son tan groseras como absurdas.
Las cifras
13 minutos fue el lapso en el cual Peñarol anotó sus cuatro primeros goles, entre los 18` y los 31`.
7 toques de pelota seguidos hizo Peñarol en la jugada del cuarto gol, anotado por Diego Alonso: fue una "pintura".
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