Al regreso del Mundial, más allá del trabajo, se imponía el saludo -y, por qué no, el abrazo- a un amigo de los que al paso de los años ha dado el fútbol, y que tras una extensa trayectoria, tanto de jugador como entrenador, logró algo que, después de todo, no es para cualquiera; aquí y en cualquier parte: ser técnico de un equipo grande.
Así, entonces, en el marco de una charla informal, de esas que sólo se mantienen en circunstancias como la apuntada, sin grabador, cámara y ni siquiera libreta de apuntes de por medio, cuando en Los Aromos ya no quedaba casi nadie, "Manolo" Keosseian comentó: "Mirá, acá el tema es velocidad, darle velocidad al equipo, esa es la clave. ¿O no viste cómo ganó Peñarol el último Uruguayo? El porteño (Martinuccio), Ramírez, Urretavizcaya... ¡volaban! Otros años eran ca-rre-tas... ¡y así, hoy en día, no le podés ganar a nadie!"
Más allá de la anécdota, personal si acaso, apareció en escena este Peñarol versión "2010 segunda parte" que debutó en la Copa Nissan Sudamericana ganándole al Barcelona de Guayaquil de visitante, confirmando una esencia, una línea futbolística, que se corresponde con lo expresado por el entrenador aurinegro hablando mano a mano.
Es decir: el que se presentó en sociedad -internacional, antes que la de entrecasa- es un equipo sin una gran jerarquía individual, ni de un funcionamiento colectivo impactante, pero básicamente rápido, sobre todo de tres cuartos de cancha hacia adelante.
Por eso, pues, quizá, este Peñarol que hace soñar a sus hinchas-no más allá de lo normal, en la medida de lo sensato- como hace tiempo no soñaban, ganó en Guayaquil con la misma autoridad con la que manejó el trámite y consiguió un buen resultado.
Además, aparte de ese "gatillo fácil" para llegar -bajo distintas formas- por las bandas a través de dos flechas como Estoyanoff y Martinuccio, este Peñarol "made in Keosseian" parece tener prontas para desenfundar, atacando o contragolpeando, otras armas complementarias: el sostén de la capacidad de marca que tiene el mediocampo con Arévalo Ríos y el "Pato" Sosa; el apoyo de la discreta prolijidad que -como en Sudáfrica- aporta el "Cacha" en el armado; y el ojo y la pausa para elegir el blanco por dónde y en qué momento descargar el tambor, de los que hizo gala Pacheco, de acuerdo a sus posibilidades físicas actuales, en los 45` iniciales.
Nada del otro mundo, al fin y al cabo. Simplemente, el "Expreso `Manolo`", que explota la velocidad de un par de cohetes a los que les falta "alta definición", si es que pretende hacer saltar por el aire a rivales más poderosos que el Barcelona ecuatoriano.
Cristian Mejía
Diminuto, ágil, el juvenil colombiano, puede sumar una alternativa más a este Peñarol veloz en su propuesta atacante.
Santiago Solari
El "Indiecito" puede sumar una alternativa más a la que ofrece Pacheco en la tarea de elegir el momento y la forma de poner en carrera a los atacantes.

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