jueves, 28 de octubre de 2010

Con alma, sin fútbol

Peñarol se llevó por delante al Goiás, pero no tuvo claridad para ganar por la diferencia que precisaba.

Quizá la multitud "manya" lo intuyó cuando iba sólo un cuarto de hora y el Goiás entró a tocar y tocar, Peñarol a correr y correr, hasta que se refugió sumisamente en su cancha, porque no podía agarrarla, y la hinchada se descargó desde las cuatro tribunas con una silbatina densa, pesada, que tal vez apareció ahí, descolgada de lo que fue el aliento, también pesado, durante todo el trámite.

Es que es cierto, ganó Peñarol. A punta de corazón, dejando el alma en la cancha, a pelotazos, taponazos y llevándose a su rival por delante, consiguió una victoria; pero fue un triunfo amargo, porque a la fuerza y a las ganas les faltó fútbol, como quedó patente en esos 15` iniciales, como quedó ratificado cuando Rafael Moura "apiló" a los dos Rodríguez en una sola jugada y puso al Goiás en ventaja mientras que Peñarol iba a pasar más de media hora sin llegar al arco visitante, y como terminó estampándose en forma casi dramática para el local, cuando estuvo 37` -34` más 3` de descuentos- con un hombre más, por la roja a Everton, que entró para el complemento y a los 56` vio la segunda amarila y se fue expulsado, y no pudo sacar la dierencia de goles que necesitaba.

Ocurre que, a la falta de fútbol por parte de Peñarol, se agregaron factores determinantes, porque la diferencia de velocidad y dinámica entre uno y otro fue muy grande, como se vio en la jugada en la qure Carlos Alberto dejó plantado a Guillermo Rodríguez y se fue para anotar el segundo tanto; y, por si ese componente fuera poco, el "buen pie" de Pacheco anoche no estuvo fino y, a la hora de recurrir a los centros y los envíos de pelota quieta, el "Tony" estuvo "faltal" y los ejecutó todos insólitamente pasados, casi como para que no los pudiera agarrar nadie.

Peñarol ilusionó, si acaso, con ese ventarrón que levantó con los goles de Corujo y el "Pato", que se produjeron "revoleando el poncho", casi en las dos únicas llegadas que los aurinegros, empujados por el aliento removedor de su hinchada, concretó en la primera parte.

En el complemento, el ingreso de Mejía por Ramis no cambió demasiado, por aquello de las difertnes velocidades. Esto es: Peñarol siguió arrinconando a su rival, apretándolo contra su área, pero sin desequilibrarlo, porque sus intentos fueron con envíos frontales y porque tras los despejes de la defensa del Goiás, casi todas las segundas pelotas eran del visitante.

El panorama pareció simplificarse cuando Peñarol quedó con un hombre de ventaja, pero si bien eso le permitió sitiar más al Goiás, no hizo que lo vulnerara, al menos en la medida que lo necesitaba.

Además, si bien el ingreso de Alonso le dio el peso en el área contraria que no había tenido antes, al sacar a Corujo para poner al "Tornado", el equipo de "Manolo" se cercenó una vía de llegada más o menos clara, como era la que, si no tenía, por lo menos podía tener a través de los desdoblamientos ofensivos del ex lateral de Wanderers.

Entonces, si ya jugando con línea de tres en la zaga y con tres puntas en el ataque, Peñarol fue más agresivo que con el 4-2-3-1, que en los 45` iniciales puso a Ramis, Pacheco y Solari en la creación y a Martinuccio por el medio y adelante, no resultó todo lo claro que reaquerían las circunstancias.

Es que, es cierto, ganó, pero lo hizo con una victoria amarga, que terminó concretándose en medio de una gran impotencia para conseguirla por la diferencia que precisaba, lo que le hizo añicos el sueño de responderle a su historia y llegar más lejos en la Copa Sudamericana.

Las cifras

37 minutos jugó Peñarol con un hombre más que el Goiás: 34` más 3` de descuento.

4 partidos jugó Peñarol por la Copa Sudamericana; ganó 3, perdió 1 y quedó eliminado.

Las estrellas

Marcao

Sacó decenas de pelotas por arriba y por abajo, aguantando el aluvión adversario.

M. Sosa

Marcó, llevó el equipo hacia adelante y metió un golazo con flor de zapatazo.

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