Martinuccio se siente más protagonista en este Peñarol. Su rendimiento es de los mejores en el equipo Carbonero, pero no solo pasa por ahí: pide la pelota, siempre va hacia adelante y ya empieza a generar la impotencia en el rival.
Wanderers lo sufrió. En velocidad, cada vez que logró entrar en juego, desequilibró. Además volvió a anotar (es el goleador de Peñarol). Y para terminar logró que buena parte de la defensa Bohemia se le fuera al humo sobre el final, recriminándole alguna actitud.
El porteño fue, junto a Guillermo Rodríguez, lo más parejo que tuvo el equipo de Keosseian, que arrancó con todo. Con gruesos errores defensivos, Wanderers quedó arrinconado y otro error defensivo generó de pelota quieta el gol de Rodríguez.
El tanto Carbonero hizo reaccionar a los de Carreño, que pasados los primeros 20 minutos empezaron a soltarse y jugar el partido. Torres logró afianzarse en el medio y Maxi Rodríguez se transformó en la pieza clave del cambio Bohemio.
A gambeta y toque logró generar las mejores chances de su equipo, que logró empatar mediante Ronald Ramírez y amenazó seguir de largo. Terminó mejor la primera parte y continuó de ese modo en el complemento.
Cuando Wanderers mandaba en las acciones llegó el balde frío del otro lado. Otra vez Pacheco genial en la pelota quieta y otro error defensivo para el 2-1: cabezazo solo de Martinuccio, de los más bajos de estatura.
Allí bajó el nivel de Wanderers y Peñarol volvió, como al principio, a ser el protagonista. Pero una patada a destiempo de Marcelo Sosa lo dejó merecidamente con diez jugadores y lo obligó a aguantar los últimos 15 minutos.
Lo hizo sin sobresaltos y así sumó tres puntos de gran importancia ante un rival que volvió a demostrar que tiene una gran capacidad pero le falta pegar en los momentos justos.

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