¡Aaaahhh...! ¡Uuuuhhh! ¡Oooohhh! Así estaba la fiesta. Es decir, la fiesta de afuera de la cancha, la de las 35.000 almas que -los más veteranos porque lo vivieron, los más jóvenes por lo que les han contado- sueñan que en esta Copa Sudamericana más modesta, menos pomposa, no tan jerárquica como la más linajuda Libertadores, Peñarol vuelva a vivir noches con algún punto de contacto sensorial con aquellas de otrora, de las épocas de oro, de la vieja y a esta altura casi legendaria Copa.
¡Aaaahhh...!¡Uuuuhhh! ¡Oooohhh! Adentro, en el partido de vuelta del que los aurinegros le habían ganado por 1 a 0 en Guayaquil al Barcelona, en cambio, no era lo mismo que en las tribunas. Esto es: esta edición rápida, veloz, del Peñarol que hace correr la pelota, que ataca y propone más que nada en base a las revoluciones, simples, sin gran jerarquía individual en ninguna de sus figuras, iba e iba hacia el área rival, con el manejo de Corujo, con las aceleraciones de Martinuccio, y creaba algún peligro con la presencia ofensiva -esta vez más fina- de Alonso, pero siempre pifiaba o se equivocaba en la última jugada o, incluso, en la penúltima.
¡Aaaahhh...!¡Uuuuhhh! ¡Oooohhh! Así se iba el partido, entonces. Mientras, el Barcelona inquietaba sólo con remates de lejos y, además, hacía tiempo con la sanción de cada falta a su favor, como si estuviera en guardia, esperando que Peñarol se tirara un poco más -por una cuestión de honor, porque el empate le daba la clasificación- en procura de la victoria.
¡Ji! ¡Ji! ¡Ji! ¡Minga! Este Peñarol "zorro" de Keosseian iba a iba, es cierto, pero desdoblándose a partir de un cuidadoso 4-4-2 básico que, por pasajes, con Palacios tirado un poco atrás, era hasta un 4-4-1-1.
Sin embargo, promediando el complemento, sin salir de su tibieza atacante, Barcelona empezó a manejar más la pelota y estuvo cerca de anotar el tanto de apertura; pero ahí, en un zarpazo bien propio de este Peñarol de "Manolo", después de buen pase de Corujo, pareció que Ramis alejaba definitivamente la posibilidad de que la fiesta terminara en velorio.
No fue así. El argentino Sánchez Prette, que había entrado al comenzar el segundo tiempo y "manejó" el cambio ofensivo que experimentó Barcelona, siguió fabricando avances y, en uno de ellos, si es que se le puede llamar así, con un centro que llovió al área rival sin mayores pretensiones, el conjunto ecuatoriano empató y se animó -lógico- con el "blooper" que determinó el 1 a 1.
Ahí ya no había ¡aaaahhh!, ni ¡oooohhh!, ni tampoco ¡uuuuhhh! Entonces, como lo denunció el cambio de Darío Rodríguez por Corujo, el lema de Peñarol era "sacar" la clasificación. Justo es decirlo, en eso, con una buena atajada ante uno de los varios cabezazos que los visitantes metieron en el área local en los últimos 45`, también colaboró Sosa y, ya en los descuentos, los paños fríos que puso Pacheco rematando un penal con la clase que distingue al "Tony".
De esa forma, pues, Peñarol salió con la suya. Promoviendo una fiesta en las tribunas; y jugando en la cancha con un impulso contagioso, como para que sus hinchas -tanto los más veteranos como los más jóvenes- sueñen con la vuelta de las noches de Copa en épocas de oro. Aunque, eso sí, dándoles algún susto.
Es que este Peñarol, veloz, rápido, corredor, metedor, hasta "zorro", que puede llegar a jugar de local con un 4-4-1, no es el de otrora; pero... bueno, después de todo, tampoco esta Sudamericana es aquella Copa. Por eso, también, anoche salió adelante con la suya; aunque no sea mucho.
Las cifras
14 minutos sufrió Peñarol, desde que empató Barcelona hasta que Pacheco puso el 2-1.
35 mil personas vivieron una fiesta que estuvo amenizada con algunos sustos.
Las estrellas
M. Corujo
Dio un gol, tuvo buen volumen de juego y manejo de la pelota.
A. Martinuccio
Aunque algo impreciso, encaró, propuso, picó, fue peligroso.
R. Noir
Inquietó con tiros de lejos y alguna maniobra. Se arregló solo.
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