viernes, 23 de julio de 2010

Hace 15 años Uruguay era campeón por última vez

Hoy se cumplen 15 años del último título conquistado por el fútbol uruguayo. El 23 de julio de 1995, la Celeste ganaba la Copa América en el Centenario, venciendo en la final a Brasil por penales. El festejo fue similar al del reciente 4º puesto en Sudáfrica.

Con las heridas aún abiertas por la guerra Casal-Cubilla que dejó a la Celeste fuera del Mundial ´94, el fútbol uruguayo hallaba en Héctor Núñez al reconciliador ideal. Su carácter permitiría una recomposición interna en la selección, y el título de la Copa América podría significar el relanzamiento de Uruguay a los más altos planos internacionales. Era la oportunidad ideal para empezar de nuevo, para hacerlo bien, para cicatrizar las heridas. Y así fue, aunque no duró mucho. Al poco tiempo volveríamos a los enfrentamientos, y la vuelta olímpica del 23 de julio 1995 quedaría opacada por una nueva marginación mundialista en Francia '98, y el reparador de sueños que había sido el "Pichón", terminó en la picadora de carne.

El inicio del proceso


El 9 de marzo de 1994 culminó el gobierno provisorio de Mortimer Valdez, designándose un Ejecutivo presidido por Carlos Maresca (Wanderers), quien comienza las gestiones para designar al técnico de la selección durante el Mundial de Estados Unidos. Allí, Maresca se entrevista con Carlos Bilardo, que no acepta el ofrecimiento. Se manejaron los nombres del "Bambino" Veira, el Maestro Tabárez, Ahuntchain, y Espárrago, quien estaba dirigiendo en España y desechó el ofrecimiento. Finalmente, el elegido fue Héctor Núñez. Mortimer Valdez propuso ese nombre y recibió inmediato apoyo de Héctor Olmos, quien fuera vicepresidente en la directiva de Recalt, cuando este técnico condujo a los tricolores en 1989. El contrato era hasta Francia ´98, pero el propio entrenador pidió firmar sólo hasta la Copa América, para luego sí arreglar un nuevo vínculo. Núñez asumió el 5 de agosto junto al profesor Juan Tejera, y Fernando Morena (dirigía a Rampla) de ayudante.


La Copa América

La preparación había sido buena, abundando los amistosos internacionales, varios de ellos de gran exigencia. Se enfrentó a España, Inglaterra, Yugoslavia, México, Colombia, Estados Unidos entre otros. El técnico probó varios jugadores y eligió el plantel de 22 sin que se registrasen mayores sorpresas. Acaso si las desafectaciones de última hora de Osvaldo Canobbio y Darío Silva, los goleadores de Nacional y Peñarol, provocaron alguna crítica. Pero grande fue el acierto de Núñez al mantener en el grupo a Marcelo Otero, que no gozaba de demasiada prensa, y resultaría ser la revelación del torneo. El debut fue ante Venezuela, por entonces "la Cenicienta", y pese a algún nervio se pasó sin sobresalto con goleada. Luego Paraguay, al que vencimos con gol de Enzo. Aquella Copa América 1995 fue, además, la que propició que por primera vez Francescoli gozara del apoyo popular y la idolatría que nunca había tenido en nuestro país. Se hacía justicia entonces con uno de los mejores futbolistas de toda la historia. Luego, a la cancha los suplentes ante México, pues la clasificación ya había sido asegurada. Fue ante los aztecas que casi cae el invicto histórico de Uruguay (nunca perdió en el Centenario siendo organizador de una Copa América), pero un gol de Saralegui a los 12´ del final salvó a la estadística. Bolivia no podría ser oponente de riesgo en el duelo de cuartos de final, sin embargo, tras un 2-0 en 45´, los "bolitas" dejaron en camarines la casaca blanca que habían utilizado en el primer tiempo y salieron con la verde a jugar en segundo. "Parece que se comieron la espinaca de Popeye", diría con su clásica dosis de humor el "Pichón" Núñez en la conferencia de prensa, al referirse a la tremenda reacción que tuvo Bolivia en el complemento, descontando y poniendo en jaque al dueño de casa. Colombia nos tenía de hijos en selecciones y clubes, y Uruguay no podría contar para esta semifinal con el lesionado Fonseca. Y entonces el técnico sorprendió con una variante táctica que resultó tan acertada como letal: Adinolfi al mediocampo por Fonseca, y Enzo más adelantado junto a Otero. El propio juvenil Adinolfi sería uno de los héroes poniendo con un gol a Uruguay en la final.

La final

Cada Uruguay-Brasil provoca recuerdos de 1950, y siempre se habla de revancha. Más si es una final y en Montevideo. Brasil llegaba con su constelación de estrellas, campeones del Mundial un año antes. Un gol de Tulio y simultánea fractura de Tabaré Silva presagiaban jornada negra para la Celeste. Sin embargo, el inolvidable misil de Bengoechea al ángulo de Taffarel devolvería la respiración a un silencioso Centenario. Igual, aquella final casi termina en derrota en hora, pero Gustavo Méndez la evitó cometiendo la infracción más importante de toda la historia del fútbol uruguayo. Roberto Carlos se iba solito a enfrentar a Álvez, tenía incluso opción de pase, y era claro que la jugada terminaría en gol y triunfo para Brasil. Pero el lateral tricolor lo bajó de atrás al carrilero del Real Madrid y abortó la derrota. En los penales, el mismo Tulio que había eliminado a Argentina, en Rivera, con un gol ilícito al bajar la pelota con la su brazo, sería el único en fallar. Esa atajada de Álvez permitió al "Manteca" Martínez convertirse en el héroe al ejecutar el quinto penal y consagrar a Uruguay Campeón de América. La mayoría de aquellos campeones ya han abandonado el fútbol. Y Uruguay había abandonado la gloria hasta que Sudáfrica 2010 nos devolvió a la cima. Aunque no hubo copa, y ya han transcurrido 15 años desde la última vuelta olímpica.

26 años promedio

El promedio de edad del equipo titular de Uruguay en aquella copa era de 26 años. Asimismo, el promedio de partidos internacionales era de 22. Álvez tenía 35, cumplía 36 en un mes y medio y llegó al torneo con 34 partidos internacionales de selecciones en su historial. En la línea de fondo jugaban Méndez, con 24 años, y 9 juegos previos de selección, Herrera con 30 y 41 respectivamente, Moas con 26 y 28, y Tabaré Silva tenía 20 y cumplía 21 en un mes, contando con 7 partidos internacionales. Los volantes eran Dorta, 23 años y 15 encuentros, Gutiérrez con 27 años cumplidos durante el torneo y 24 partidas con selección, Poyet con 27 y 9, y Francescoli de 33 y 59 internacionales. Los atacantes fueron Otero, de 24 años y apenas 6 partidos previos, y Fonseca, de 25 y 19. Además de estos once, tuvieron activa participación Bengoechea, de 30 años y 32 partidos previos con la selección, Adinolfi, de 21 y 7, Martínez de 26 y 24, y Saralegui de 24 y 14. Con menor participación en el torneo, completaban el plantel Diego López (20 años y 6 partidos), Aguirregaray (35, cumplía 36 en tres meses, y 12 encuentros), Abeijón (22 cumplidos durante el torneo y 8 partidos), Da Silva (27 y 12), Sosa (29 y 42) y los arqueros Arbiza (28 y 2) y Ferro (28 y 8). En síntesis, el equipo titular contaba con tres mayores de 30 años, Álvez en el arco, Herrera en el fondo y Francescoli en el medio. Además, Moas, Gutiérrez y Poyet con entre 26 y 27 llegaban con la edad justa de la madurez, y se completaba con cuatro jóvenes más como Méndez, Dorta, Otero y Fonseca, pero de buena experiencia, y sólo uno de poco recorrido, tal el caso de Tabaré Silva.

La historia secreta de los penales

Sin favorecernos con penales inexistentes, o perdonándonos la vida con alguna tarjeta, un árbitro mexicano sería decisivo para la consagración celeste en la Copa América 1995. Se trata de Arturo Brizio, el designado para la gran final Uruguay-Brasil. A punto de redondear un excelente trabajo técnico, Brizio iba a llevarse el silbato a la boca para pitar el final, cuando se percató que Francescoli estaba fuera del campo, siendo atendido por la sanidad. Entonces, se arrimó hasta la raya de fondo del arco de la Colombes y le avisó al capitán: "Tiene que entrar a la cancha para poder patear penales". Enzo, que se había sacado el hombro derecho de su lugar en una de las últimas jugadas, desesperado se paró mientras los médicos intentaban vendarlo, y comenzó a hacerle señas al árbitro para que le autorizaba volver al campo, mientras Brizio caminaba rumbo al círculo central con claras intenciones de terminar el encuentro. De reojo el mexicano vio a Francescoli y le hizo señas para que entrara, y a los pocos segundos pitó el final. Entonces, nuevamente a emparchar al capitán mal herido, para que estuviera listo en los penales. Aquí comienza otra historia secreta, la de cómo se produjo la elección de los ejecutantes. El primero iba a ser Bengoechea, pero Francescoli le pidió al técnico que quería iniciar la serie. Pedido concedido y Bengoechea queda segundo. El tercero era para Herrera, un hombre acostumbrado a ejecutar penales, y el cuarto elegido era Álvaro Gutiérrez. Cuando Núñez dijo "patea el Guti", Morena saltó como un resorte. Con cara desencajada y cara de loco quedó mirando al "Pichón", como diciéndole "vos estás rematadamente loco". Pero Núñez argumentó sobre "los cojones del 'Flaco' y le recordó a su ayudante que en los entrenamientos de la Sub 23 se mostraba infalible en ese aspecto". Quedaba entonces el último penal, y en la cabeza del técnico rondaban los nombres de Gustavo Méndez o Moas, entonces Morena le dijo "el último dáselo al 'Manteca' que en Boca los enchufa todos", y así fue. El último fue de Martínez, y con ese fuimos campeones.


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